miércoles, 19 de noviembre de 2014

Se busca (1)

Llevo semana y media en Inglaterra en un curso de formación. La compañía para la que opero me ha mandado 10 días a Londres a aprender algunas cosas nuevas en materia de seguridad aeronáutica. Las clases son bastante llevaderas y el horario muy cómodo. De 8 a 3 de Lunes a Jueves. Aunque el fin de semana, lo he tenido que pasar aquí, y eso me ha permitido visitar a mi viejo amigo Jorge.

A Jorge también le conocí en la Academia. Pocos años después de nuestra promoción conoció, en una reunión en Bruselas, a Katty, una preciosa inglesa rubia, de ojos verdes, piel blanca y cuerpo escultural. Pronto se casaron y él dio un giro a su vida. Estudió uno de esos programas de directivos y fichó por una importante firma de cazatalentos en Londres de la que ahora es socio.

Quedamos en encontrarnos el viernes pasado en la Misa de las 8.05 de St. Mary Moorfields. Posiblemente la Iglesia Católica más famosa de la City, o quizá la única, curiosamente flanqueada por una tienda de camisas a medida y otra de diamantes. En esto también es única. Al terminar la Misa, de paseo, nos dirigimos a su oficina, ubicada en una de las últimas plantas de un moderno edificio de cristal, junto a cuya puerta, hay una escultura del ala de un pájaro gigante. Dentro: moqueta, puntos de luz indirecta, paredes revestidas en madera, mamparas de cristal decoradas con vinilo, trajes oscuros de algún sastre de Savile Row, camisas blancas, corbatas clásicas azul oscuro y zapatos Oxford. El casual friday no ha triunfado en estas latitudes –pensé-.

Subimos hasta el piso 19, donde una chica de apariencia asiática, sentada tras un mostrador, nos saludó en perfecto castellano y nos acompañó hasta el despacho de Jorge con unas cuantas carpetas que dejó sobre su mesa.

- ¿Tomará café el señor?

- Si, un espresso solo doble. Gracias -contesté-

Nos dirigimos directamente hacia la ventana. Las vistas eran espectaculares. Toda la City a nuestros pies. A la derecha se veía la majestuosa cúpula de la Catedral de San Pablo y a la izquierda se intuían, sobre el Támesis, los pináculos de la Torre Blanca de la Tower of London.

Mientras seguíamos disfrutando de la vista, la joven asistente dejó sobre la mesa redonda de reuniones una bandeja con dos tazas de café y un cesto recubierto con un trapo que por el olor se adivinaba bollería caliente y recién hecha.

Nos sentamos.

- Me alegró mucho que te pusieras en contacto conmigo, Vecino. Hacía tiempo que no sabía de ti. Y me hizo ilusión.

- Igualmente, Jorge. Ya sabes que te aprecio mucho. Lo pasamos bien aquellos años juntos.  Me alegra volver a verte y saber que Katty y los niños están bien, creciendo y haciéndose unos hombres. Te prometo que la próxima vez te avisaré con más tiempo y cenamos en tu casa. Oye, no quiero quitarte mucho tiempo, pero imagino que estarás al tanto de lo que ha pasado en Navarra con Yolanda Barcina ¿verdad?

- Sí. Lo sé. Que no se presenta como candidata al Gobierno. No olvides que mi responsabilidad recae sobre todo en procesos de selección en los que intervienen candidatos o compañías españolas e Hispanoamericanas. Así que he de estar al tanto de todo lo que se cuece por allí.

- Bien. Pues en unos pocos días, debe elegirse el candidato que sustituirá a Yolanda en la carrera hacia el Palacio de Navarra. Como sabes, es una decisión importante. Y tú de esto sabes mucho.

- Olvídate Vecino. Nadie imagina un cazatalentos haciendo ese trabajo. Ni en España ni en ningún sitio, aunque se han hecho algunos intentos aquí mismo, en Chile, en algunas circunscripciones norteamericanas... Mira. Nosotros hacemos procesos de selección para todo tipo de empresas de todos los sectores, incluso para ONGs. Todas esas organizaciones tienen departamentos de Recursos Humanos a los que nosotros les vendemos nuestros servicios. Departamentos que se ocupan de seleccionar, formar y desarrollar a sus personas. Pero los partidos políticos no tienen nada de esto. Y los que tienen algo, lo tienen vestido de política, no de gestión.

- Claro. Montan un comité en el que hay representadas corrientes, opiniones, visiones, muertos vivientes, momias… y en vez de desarrollar una función de selección, aquello se convierte en un campo de batalla más de sus guerras intestinas.  En vez de tener a una persona que asuma la responsabilidad de la selección, como ocurre en las empresas, lo descargan en un oscuro y anónimo comité. Lo pillo, lo pillo.

- Y si el candidato falla, pues “fue el comité”… ¿Y quién es el comité? Pues el comité… sin nombres ni apellidos. 

- Me dejas desolado, Jorge. Yo pensaba que todavía había algo de esperanza en la política.

- Vecino, tienes que tener claro varias cosas. En primer lugar que un candidato al gobierno de Navarra no sólo tiene como “jefe” a los navarros, ni siquiera sólo a sus votantes… Además, aunque suene raro, tiene que trabajar también para sus intereses particulares, para los intereses de su “familia política” y para los intereses del partido. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que sería difícil seleccionar a un candidato a través de un cazatalentos, porque no es lo mismo seleccionar a una persona para que trabaje como Presidente del Gobierno que como líder de la oposición, y el resultado no se puede conocer antes de empezar el proceso.

- Ya veo, se entremezclan demasiadas cosas. Pero seguro que se podrían establecer algunas características comunes para un buen candidato ¿no?

- Y algunos partidos las establecen, pero… ¡qué quieres que te diga!... Valorar en cuántas asociaciones vecinales, o en cuántas comisiones internas del partido está presente resulta un criterio poco robusto ¿no?.

- Con esos criterios tenemos lo que tenemos. Seguro que debería haber alguna más ¿no?

- Por supuesto que sí, Vecino. Mira. Yo creo que los partidos políticos deberían hacer un buen análisis de la gente que puede ser interesante para liderar sus filas (sean afiliados, simpatizantes o amigos del partido... da igual). Independientemente de que luego ellos quieran o no presentarse. Pero un análisis profesional y profundo. Tener una “radiografía” de las cualidades de la gente que puede representarles es algo que cualquier organización medianamente seria debería tener. Al menos tenerlas. Como hace cualquier empresa, vamos. Que luego lo utilicen y le hagan caso o no, es otro asunto. Pero hoy el mundo se mueve con otros parámetros. No podemos basar una decisión así en cuánto banquillo del partido hayas chupado o en cuánto hayas aplaudido al líder de turno.


- Eso sería un buen comienzo. Que antes de la elección definitiva, los decisores tuvieran un informe de sus cualidades más destacadas. Un informe serio y riguroso. Pero ¿qué cualidades medirías? 


... to be continued... tomorrow

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